jueves, 22 de septiembre de 2011

Las profecías de Amal


-Ya había perdido la esperanza de sobrevivir a esta tormenta. Nos estábamos hundiendo y mi gente gritaba despavorida por todo el barco. Se infiltraban en mis oídos sus gritos tan agudos y el pánico que les producía morir en obviedades. Logré escapar de mis aposentos a pesar de esta falta de gravedad en mi cuerpo, no sentía nada, solo este vaivén que a mi pobre barco le producían esos golpes que Tiamat deseaba; a mis pies cayó este catalejo viejo que tenia tirado por ahi, convirtiendose en el objeto mas preciado que tener; con éste, logro ver la luz que ilumina mis ojos a lo lejos, una luz, tiene un tinte interesante, es extraño, parece ser... ¿lila?.
Sí, lila  - Creanme yo estoy tan confundido como ustedes – en medio del más allá, una tormenta azotaba mi cabeza sin dejarme respirar, pero ahora lo único que veo es un haz de luz entrando por los cristales de mi roto catalejo, por lo que se ve más lejos de lo que está, subo gritando de duda, qué es ese lugar; si es lila tiene algo de malo, en la vida real no existen las islas lilas... En ese instante viene a mi cabeza un raro recuerdo: lila el color de nuestro sextro chakra, según ese extraño hombre que me encontré por Harappa, recuerdo mucho de lo que dijo, pero no se si lo entienda.
Trato de pensar rápidamente, me doy cuenta que no tengo otra salida que apostar por lo desconocido, ya nada podría salir peor.
Tragué ingentes cantidades de agua salada, sentía que mis intestinos se deshacían, mi lengua gritaba piedad deseando ser cortada en ese mismo instante, había perdido la conciencia hasta que sentí un delicioso aroma, fue un sentimiento tan extraño, hasta hace momentos inhalaba adrenalina, pero ahora me invadía ese sutil olor a lila, no dejaba de sentir rara esa palabra, ese color, logre levantar la mirada y todo era lila efectivamente. Mi barco había desparecido dentro de ese agujero negro, pero eso no importaba mucho, ahora la curiosidad se había apoderado de mi cabeza, logre dar unos pasos, esa arena era fria pero se sentía bien, tenía un efecto efervescente.
Cuando logré por fin la estabilidad, percibí este lugar de manera diferente, las cosas estaban inclinadas levemente.
Mandé a los pocos hombres que me quedaban, a explorar el lugar, mientras yo volvía a controlar mi mente, exaltado por tanto ajetreo, recibí noticias aún mas estrepitosas: esta no es una isla, es una especie de... planeta.
Las predicciones de ese hombre en Harappa se estan cumpliendo, el mar acabó  junto con todo lo demás, nunca jamás podría volver.

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